El suicidio sigue siendo la primera causa de muerte no natural entre hombres y mujeres de 15 a 29 años en España y el motivo de defunción de cerca de 800.000 personas al año en todo el mundo.
Con motivo del Día Mundial de la Prevención contra el Suicidio, el Dr. Enrique Aubá, especialista en Psiquiatría de la Clínica Universidad de Navarra, ha señalado que “los datos del Instituto Nacional de Estadística destacan que han bajado en 2023 por primera vez desde 2008, pero sigue siendo un problema importante que nos interpela a todos. Son cifras positivas, pero hay que analizarlas con prudencia, porque lo importante es estudiar la tendencia de los próximos años y ver si estamos ante un cambio de tendencia o ante una estabilización en torno a los 4.000 suicidios anuales en nuestro país”.
“Aunque es imposible erradicar el suicidio, deberíamos ser capaces de reducirlo con una buena coordinación de los recursos, porque este es un problema de salud pública que implica a toda la sociedad. Mejorar el contexto social puede invertir la curva creciente de algo que se ha estado asentando como una tendencia dramática”, destaca el Dr. Aubá, que propone, entre otras cuestiones, “desestigmatizar las ideas de suicidio entre la opinión pública, porque eso puede ayudar a prevenir la que es, también, primera causa de muerte no natural entre los jóvenes”.
El especialista en Psiquiatría de la Clínica señala que “los intentos de suicidio son de 10 a 20 veces más generales que los suicidios consumados, y en esa diferencia entra en juego la capacidad de la sociedad para asumir la verbalización de estas ideas que, en muchos casos, es la única manera de pedir ayuda para acceder a los profesionales o los tratamientos más oportunos. El 90% de las personas que se han suicidado expresaron antes la idea de hacerlo. Es preferible no subestimar esa declaración de intenciones, aunque suenen excesivamente hipotéticas”.
“La vida no es el problema”
“Es importante que las personas que alguna vez han tenido ideas terminales sepan que el suicidio nunca es la solución, porque la vida no es el problema. En general, con el suicidio se busca dejar de sufrir, y en eso, nadie está solo. Siempre contamos con la ayuda de familiares, amigos y multitud de profesionales sanitarios dispuestos a ofrecer herramientas de esperanza”, subraya el Dr. Aubá.
El psiquiatra considera relevante también que la sociedad esté más familiarizada con los factores de riesgo del suicidio, aunque sea una causa de muerte multicausal y multifactorial, pero destaca desencadenantes predisponentes y precipitantes, tanto contextuales y personales.
Entre las causas remotas que pueden incidir masivamente en un amplio espectro de la sociedad, el Dr. Aubá subraya “la fragilidad, la vulnerabilidad, la baja tolerancia a la frustración, las adicciones digitales, la pérdida de valores, los problemas de construcción de la propia identidad, la desestructuración de la familia o el aumento de las tasas de soledad no deseada”. A ellos, a veces se unen algunos factores precipitantes generados por el contexto social próximo, como “las dificultades económicas, la pérdida de empleo, los conflictos familiares, una enfermedad o el aislamiento”.
El especialista de la Clínica Universidad de Navarra apunta que “los principales factores de riesgo personales para el suicidio son la enfermedad mental o la alteración mental transitoria, el consumo de tóxicos y los factores socioeconómicos desfavorables”. Por eso, añade que, a veces, las causas personales y los factores del contexto se superponen generando un clima tóxico difícil, sobre los que se puede actuar preventivamente. Probablemente podamos ayudar mejor conociendo algunos síntomas de posibles suicidios -cambios bruscos de carácter o etapas de mayor aislamiento voluntario, en ocasiones con una interrupción de la comunicación con el entorno…- y potenciando a nuestro alrededor un escenario de confianza y comunicación que prevenga sucesos de este tipo”.